Desde el nacimiento del cine africano considerado como tal a raíz del movimiento independizador que barrió África en los años 60, cineastas y profesionales del medio, tanto en el continente como en la diáspora, se han venido asociando para crear estructuras de producción y difusión audiovisual de base y motivación pan-africanos. Recorrer una historia caracterizada por sus logros fallidos y una carencia de voluntad política claramente definida está de más en un momento como el presente de optimismo y celebración. En los últimos años hemos venido asistiendo a una creciente puesta en común de los actores del mundo audiovisual africano, facilitada, en buena medida, por las nuevas tecnologías y nuevos espacios de encuentro y ligados a la vitalidad de industrias como la marroquí, la sudafricana o la nigeriana, cada una de ellas con características propias muy marcadas, pero con un interés común de colaboración Sur/Sur. En este ambiente de redefinición de protagonistas, de apertura en el panorama audiovisual mundial a través de Internet y de bullante creatividad africana, no podemos sino reaccionar con esperanza y alegría ante la noticia del nacimiento de la Comunidad de cinematografías africanas (CCA).
La nota de prensa que nos ha llegado de sus creadores reza como sigue (traducción propia del francés):
“Los directores generales de las cinematografías nacionales de Senegal, Burkina Faso, Benín, Mali, Costa de Marfil y Marruecos, así como los profesionales del cine y del audiovisual llegados de numerosos países africanos, se han reunido con ocasión del 15º Festival de Cine Africano de Khouribga y han decidido, el 5 de julio, crear un organismo denominado Communauté des Cinématographies Africaines (CCA).
Realizado en Khouribga, Marruecos, el 5 de julio de 2012.”
La vocación panafricana que destila el texto está en este siglo XXI desprovista de la carga política de previas formaciones como la Federación Panafricana de Cineastas (FEPACI), creada un año después del Festival Pan-africano de cine y televisión de Ouagadougou (FESPACO, 1969); organizaciones que se erigieron como líderes en el establecimiento de unas normas y líneas de actuación a favor de un cine de liberación y construcción identitaria para las recién creadas naciones. En el caso de la Communauté des Cinématographies Africaines, la base colaborativa e integradora tiene la virtud de huir de grandes discursos internacionalistas o universalizadores, manifestando ya en sus primeros pasos la intención de proponerse objetivos asumibles como la creación, país por país, de una política cinematográfica realista adaptada a rasgos específicos nacionales, aspecto fundamental para el desarrollo y la realidad de los cines africanos hoy y siempre.
Esta por ver si la llamada a todos los profesionales a unirse a la CAA tiene un respuesta positiva, dejando de lado intereses particulares por el bien común de unos cines africanos con mucho que ofrecer al imaginario occidental que debe estar listo para dialogar y, como consecuencia, enriquecerse con propuestas diversas.
Esperaremos a desarrollos posteriores, pero que países punteros en la producción audiovisual actual como Marruecos, referentes tradicionales como Burkina Faso y nuevas industrias cinematográficas en desarrollo como Benín o Mali se hayan posicionado como protagonistas destacados, permite soñar con aplicaciones posteriores reales que ayuden a la promoción y establecimiento de una red de trabajo común en el propio continente.
*Artículo publicado el 09/07/2012 en el periódico Rebelión (www.rebelion.org).
*Artículo publicado el 13/07/2012 en el periódico GuinGuinBali (www.guinguinbali.com).
Beatriz Leal Riesco
Philadelphia (08/07/2012)